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jueves, 28 de febrero de 2013

EL PROFESOR UNA PERSONA LLENA DE CUALIDADES


EL PROFESOR, UNA PERSONA LLENA DE CUALIDADES.

¿Qué características debe tener un buen profesor?

“Y si no tiene fe en la escuela, si no tiene fe en su elevada misión, no tendrá entusiasmo; sin entusiasmo profesional todo maestro es malo, tanto que nos parece criminal”[1].

Primeramente, varias veces había escuchado la palabra vocación, y pues sabía que se refería a que desde chico o ya en el nivel medio superior te hubiera surgido el gusto por alguna profesión, en este caso, la docencia. Cuando me cuestionaban sobre si había estudiado por vocación esta carrera, la respuesta era automática, no; esto de alguna forma me hacía sentir un tanto mal, pues, me imaginaba que para poder ser catalogado como un buen profesor, primeramente tenía que haber estudiado por vocación.

Mi sorpresa fue grande cuando me di cuenta que también existe la vocación adquirida, la cual es la que nace durante la marcha, y es resultado de la responsabilidad, la entrega, las ganas de querer hacer bien las cosas, amor a tu trabajo, etc. y a pesar de que no es tan autentica e importante como la vocación natural, todos los docentes en servicio deberíamos de adquirirla, en caso de no tener la primera. “Pedro Alcantara García (s/f. pág. 388-389) al enumerar las cualidades requeridas para aspirar a la carrera normalista señalaba que a falta de vocación “espontanea” (“que es lo que siempre debiera ser”) buena es la vocación adquirida “mediante la reflexión y el esfuerzo de la voluntad”[2].

Las cualidades y características del buen profesor, no se limitan a tener vocación y fin, al escuchar tantas cualidades que debemos tener los profesores, hasta parece imposible que todas sean parte de una misma persona, entre algunas de las características que Emilio Tenti Fanfani cita como necesarias en un docente son:

·         La robustez, la salud y fortaleza física en general son necesarios para, en primer lugar sobrellevar “la pesada carga” del oficio de maestro y en segundo lugar porque estas propiedades le permiten al docente “hablar y obrar con energía  y prudencia” ( Tapia, L. 1983)[3].

·         El aspirante a maestro “necesita tener buena vista para vigilar a los niños hasta en sus más insignificantes movimientos; un oído fino para percibir todas las palabras y los más leves ruidos que se produzcan a su derredor; de movimientos fáciles para trasladarse violentamente a donde fuere necesaria su presencia (…)” (Bonilla, J. 1905, pág. 251)[4].

·         El buen maestro es una combinación históricamente variable de vocación, cualidades morales, conocimiento pedagógico, y conocimiento de contenido. Cada paradigma pedagógico, y cada época histórica “dosifica” de un modo diferente cada uno de estos componentes[5].

En lo particular estoy de acuerdo con esas características antes descritas, a excepción donde señala que debemos tener buena vista para dirigirse violentamente a donde fuera necesaria su presencia, le quitaría lo de violentamente por tranquilamente. En lo personal le agregaría otras que son las que nos deberían de mover cada mañana: sentido de responsabilidad, de ética profesional, amor a tu país y por ende a la escuela y a los niños, encarnar a aquellos niños raquíticos de conocimientos y pobres de sabiduría, sentir que nuestra labor es importante y que debemos de hacerla lo mejor posible, tratar de dar ante la sociedad ejemplo de vida, educar con el ejemplo. Podría mencionar más pero queramos o no, “QUE DIFICIL ES SER PROFESOR” muchas veces si me comparo con un sacerdote, pues me doy cuenta que las miradas están sobre ti, no puedes andar tomando o diciendo palabras groseras porque de inmediato los padres de familia o los niños te lo echaran en cara, si no práctico los valores morales como persona y como padres de familia, ¿cómo lograr inculcar en los alumnos que los práctique?

 

¿Sin título o con título?

“Aun cuando es posible que el maestro pueda “formarse por sí mismo”, las instituciones especializadas “abrevian el tiempo de estudio” y “unen la teoría a la práctica”. La “novedad” de las Normales consiste precisamente en eso: enriquecer la práctica con el conocimiento teórico, propio de la Pedagogía moderna”[6].

Cuando empecé a leer que hace algunos años había un dilema entre los que estaban de acuerdo en que los que quisieran dedicarse al magisterio pues tenían que estudiar en las normales para obtener un título, y los otros que no estaban de acuerdo pues pensaban que no era necesario, se me hizo ilógico pensar que hubiera gente opuesta a pedir título para llevar a cabo  la profesión docente, si titulados y según eso preparados, salimos con bastante deficiencias de las normales, si sin título se decían ser buenos profesores, ahora con título, pues yo creo que mucho más.

Yo me pregunto ¿qué profesión no exige un título para poderla practicar?, ¿A caso el ser profesor no es una profesión?. En lo particular estoy de acuerdo con lo que afirma Díaz Cobarrubias pues menciona que  “la autorización a todos para ejercer cualquier profesión sin título ni diploma alguno que garantice de algún modo su competencia, no es más que la autorización al charlatanismo, y la sanción del peligro constante de que la vida, los intereses, la honra de cada ciudadano queden a merced de la ignorancia y de la audacia”[7].

A pesar de la exigencia del título para poder ejercer la docencia en la actualidad, como que no ha bastado ni ha dado los grandiosos frutos deseados, las causas pueden ser varias y diversas, pero la sociedad y los medios de comunicación dicen que somos nosotros. Sabemos de antemano que para que se pueda brindar una educación de calidad en los centros educativos que responda a las demandas de la vida social actual, se requiere algo más que buenos profesores, se requiere autoridades educativas que nos apoyen y nos capaciten, sin dejar a un lado a los niños y padres de familia comprometidos con la educación.

Enfocándome solamente a los docentes y de acuerdo a mi experiencia, no quiero ser negativo ni verdugo en mencionar que algunos profesores si hemos dejado de hacer varias cosas que son importantes en la educación de los alumnos, hemos caído al “no pasa nada, todo está bien, para lo que me pagan”, sinceramente hemos abusado demasiado y hemos dejado de comprometernos con nuestro trabajo, no lo niego en muchos casos es razonable pues como docentes vivimos ambientes hostiles, difíciles, complicados, estresantes, amenazantes, etc. Sin embargo muchas de las veces hemos caído al conformismo por comodidad, no queremos pero ni esforzarnos aunque sea un poquito, queremos que todos nos caiga del cielo. En si hemos sobrepasado la línea, no digo que seamos unos mártires de la enseñanza, pero tampoco unos mediocres holgazanes de la educación; hagamos nuestro trabajo y esforcemos porque nuestra práctica docente no sea brillante ni excelente, pero si aceptable, responsables de nuestras actividades, pocas palabras, “La sociedad necesita profesores profesionales (…) y no esperar a que vengan apóstoles de la enseñanza que la rediman”[8]  

 

 

¿Cómo estimular a los profesores?

“Será necesario auxiliar la fuerza de la vocación con la promesa de incentivos y recompensas materiales aquí y ahora (ingreso, carrera, seguridad, etc.) y no meramente simbólicas y generalmente “post- mortém”[9]

Nosotros los profesores somos como los niños de un salón de clases, hay algunos que no necesitan gran cantidad de estímulos ni regaños para echarle todas las ganas en lo que hacen, hay otros que somos como los niños “problema”, no quieren hacer nada, sólo reniegan, se la pasan molestando a los demás, no hacen las tareas, etc. Así somos los docentes, sin embargo, ni el niño “problema” es el culpable en serlo pues arrastra un sinfín de problemas y dificultades o simplemente es el resultado de una formación que ha recibido en el hogar, ni los profesores somos los culpables, son tantos factores, actores educativos, problemas, falta de estímulos, falta de una orientación bien ejercida, falta de preparación profesional, exceso de trabajo, recibir un mal ejemplo e injusticias de las autoridades educativas superiores, etc. Que son los responsables directos de que hayamos profes catalogados como “problema”.

Lamentablemente la sociedad en general no se ha dado cuenta de los problemas de raíz que nos afectan a nosotros los docentes, sólo se remiten a decir, “son malos profesores”, más nunca se preguntan ¿por qué?, ¿hasta qué punto como padre de familia y como sociedad he sido formador de “malos profesores”?, reconozcamos, ¿cuántas veces le he dado las gracias al profesor de mi hijo por cuidarlo, educarlo y orientarlo, cuántas veces me he arrimado a preguntarle en qué le puedo ayudar a mi hijo en casa, a cuántas reuniones con padres de familia he asistido y he dado mi punto de vista sobre lo que no me parece y debería de mejorar, cuántas veces cuando miro que el profesor a la semana falta una o dos veces me he acercado y como padre de familia le he preguntado por qué falta tanto?, no verdad, mejor voy y le paso el chisme a la comadre, hablamos entre nuestras amistades del “mal profesor que tiene mi hijo”, pero nunca hemos hecho nada por darle ánimos, de exigirle, de platicar de cerca, de llegar a acuerdos y compromisos, de tratar de trabajar juntos, etc.

Es por ello que estoy de acuerdo con Emilio Tenti Fanfani cuando señala que “Pese a la grandeza proclamada de su misión, el magisterio ha sido desde su origen una profesión con bajo reconocimiento social. Precisemos: bajo reconocimiento de aquellos que tienen la capacidad de juzgar y hacer que sus juicios tengan un peso específico particular. Por ello esta situación no es contradictoria con el hecho cierto del respeto y reconocimiento que las comunidades populares del campo y la ciudad dispensan al maestro”[10].

Además de los estímulos que los docentes debemos de recibir de la sociedad, los más directamente implicados deberían ser primeramente las autoridades educativas superiores. Sin embargo tampoco han cumplido ese papel como debería de ser, si bien lo expresa Tenti Fanfani, “El Estado debe proporcionarles a los maestros “medios para que ocupen en la sociedad el lugar que les corresponde y, sin dinero la vida se hace pesada, porque el hombre no vive solamente de ideas y de satisfacciones morales, necesita también buenos alimentos y comodidades materiales”[11]

En resumen, ser profesor cada día es más difícil y complicado, las exigencias de preparación profesional están a la orden del día, sin dejar a un lado la certificación constante, espero que con esto ahora si estén contentos y realmente los frutos se vean reflejados en la calidad de la educación que reciban los niños y jóvenes mexicanos, de lo contrario ya no sé qué nos vayan a pedir.

 

Bibliografía

 

TENTI Fanfani Emilio “El oficio del maestro: contradicciones iniciales, (1998), en: ALLIAUD, Andrea, y DUSCHATZKY, Laura, Maestros. Formación, práctica y transformación escolar, Buenos Aires: Niño y Dávila Editores-Universidad de Buenos Aires, pp. 63-111.



[1]TENTI Fanfani Emilio “El oficio del maestro: contradicciones iniciales, (1998), en: ALLIAUD, Andrea, y DUSCHATZKY, Laura, Maestros. Formación, práctica y transformación escolar, Buenos Aires: Niño y Dávila Editores-Universidad de Buenos Aires, P. 68
 
[2] Ídem, p. 65
[3] Idem, p. 69
[4] Idem, p, 71
[5] Idem, p. 75
[6] Idem, p. 92
[7] Idem, p. 86
[8] Ídem, p. 94
[9] Idem, p. 66
[10] Idem, p. 78
[11] Idem, p. 81

miércoles, 27 de febrero de 2013

RESISTENCIA A LA IMPOSICIÓN.


Es cierto que estamos ubicados en una historiografía que por su razón de ser no es inmutable, está en constante cambio y por ello las sociedades se transforman a la par, o dispar. Sí, no todos los aspectos de la vida caminan en armonía, hay circunstancias que están desfasadas y se debe en gran parte a fracasos que se encuentran en los sistemas, específicamente me refiero al sistema educativo.

La madeja se enreda cada vez más en el curso que toma la historia de la institución educativa cuando al ver que los argumentos sobre una buena educación siempre recaen en cuestionar la calidad del profesor. Y cuando digo que la madeja se enreda es pensando en que las ideas van y vienen en el tiempo, siendo las mismas siempre, pero que por sus diferentes combinaciones las probabilidades de parecer nuevas son infinitas, por eso es que son las mismas ideas pero que por sus contantes combinaciones ya no hay argumento que tenga sentido. Ahora renegamos los maestros de estar desarrollando nuestro trabajo en medio de un caos social donde se aplica un currículm homogéneo para un contexto lleno de diversidad. Sin temor a equivocarme, me atrevo a afirmar que aunque tuviéramos el currículum idóneo nos seguiríamos quejando porque quedarían todavía muchas otras piezas que no encajan en un mismo orden: el ambiente político, económico, poder transnacional, y sobre todo, carencia de vocación.
Recapitulando los diferentes ámbitos sociales en que me desarrollé en el campo de la enseñanza del inglés, recuerdo no haber entrado en las complejidades del currículo dentro de los institutos de idiomas. El problema surgió al situarme en una realidad que no es creíble, por parecer la caricatura de la que lejanamente conocía por los que otros me platicaban y que para mí era ajeno y extraño, la educación básica en el sistema público.
Este mundito al revés que ha volteado el sistema educativo no lo puede enderezar el profesor por sí solo en las escuelas públicas urbanas, mayoritariamente, y me refiero a la escuela como institución, no a los alumnos y profesores como las víctimas directas. Los mismos alumnos con los que trabajo en el sistema educativo dejan de ser los seres sociales complejos cuando cambian de ambiente en un sistema educativo no formal, no institucionalizado.
La actitud que manifiestan profesores y alumnos es la de resistencia a adaptarse a una cultura inventada y artificial. Es una gran ventaja tener la habilidad de adaptarse a situaciones desconocidas, ofreciendo una actitud positiva incluso en ambientes hostiles ante las desavenencias cuando se contribuye a que el ambiente cambie. Pero es un riesgo adaptarse a estos ambientes cuando se imponen para vivir en ellos  cuando no se piensan en ellos ni siquiera como única alternativa, sino que es una situación espontánea de esas que aparecen sin darnos cuenta, como circunstancias incuestionables de nuestra vida cotidiana.
En nuestro país estamos viviendo cambios a cada rato, reformas desmedidamente. ¿Cómo  es posible adaptarnos a ello de manera tan rápida? Por eso nos toman de sorpresa, para decir sí a todo sin darnos tiempo de reflexionar, de decidir, de cuestionar. Esto no es adaptarse, esto es estar atrapados…en una trampa. Pero “para un roto, un descocido”. Si hay trampa, también hay redención en la libertad de pensar y ser creativos.
Referencias
Sacristán, Gimeno. "profesionalzación docente y cambio educativo" en Maestros. Formación, Práctica y Transformación Escolar. Ed. Niño y Dávila. Buenos Aires, 1998

LA EDUCACION SOY YO, ERES TU, SOMOS NOSTROS.





La educación soy yo, eres tú, somos nosotros!



Inseguridad, pobreza, corrupción, falta de credibilidad en nuestras instituciones, estructura indefinida gubernamental y desempleo, son palabras que pudieran describir cualquier encabezado de  un noticiero, algún periódico  o alguna nota informativa, pero ¿qué  es lo que sucede con nuestro país?, hay muchas hipostasis, plateadas del contexto desde el cual se habla, pero curiosamente desde hace algunos años se pretende mostrar a la sociedad,  un agente responsable de lo que acontece día a día, entonces es aquí donde la educación toma parte.

¿Por qué el ramo educativo, es que tiene que rendir cuantas a la sociedad de lo que pasa en la actualidad? , desde hace algunos años existen teorías que acreditan o desacreditan a el trabajo docente, se ha opinado mucho sobre este tema sin solución alguna.

Se habla de la calidad de la educación, término que se apoya desde dos puntos principales, la calidad docente y la profesionalización docente.

 Estos dos grandes mundos que involucrados directamente en la educación.

En la calidad docente según  José Gimeno Sacristán, el maestro es un técnico de los planes curriculares, el profesor está influido por tres vértices:

La primera por la formación inicial del profesor es decir todo lo que ha sido parte de nuestra biografía hasta el día que llegamos a  la universidad, hablando de un ser sociable producto de otros planes de estudio ya sean públicos o privados.

La segunda es la incorporación a la práctica educativa donde el profesor tiene la experiencia de contrastar tanto a los contenidos curriculares y como a sus creencias sobre la enseñanza.

En tercera posición la práctica real,  donde se aplican los conocimientos o saberes como parte de las herramientas pedagógicas, psicológicas, sociales que el docente pone en práctica con los estudiantes.

Según menciona Sacristán esto corresponde a la profesionalización de los docentes, un profesor debe tener estas etapas para considerarse un docente profesional.

Por otra parte los planes de estudio y los curriculum homogenializado que pretenden ser el opio social, donde se nos marca enseñar ciertos contenidos que nos llevaran a ser seres prósperos, que respondan a las necesidades actuales de nuestro país.

Para hablar que la educación sea de calidad es importante hacerse consiente de dos puntos:

1.      La educación es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, puesto que  esta  pretende mejorar las condiciones de convivencia humana y todos los participes de una sociedad somos los que exigimos una mejor calidad de vida.

2.      La formación del profesor es tan solo un componente de su profesionalización, sin embargo existe una paradoja de dos vértices, por una parte la gran responsabilidad que tienen los formadores de docentes y por otra,  que también los formadores de los maestros, tan solo son técnicos en la educación, puesto que los curriculum para la formación de maestros son herméticos e inflexibles, esto con el afán de promover la homogenializacion  del profesorado.

Es importante destacar que el profesor es tan solo un componente del ramo educativo, este no es un ser caminado sin objetivos, existen infinidad de factores que influyen ya sea de manera directa o indirecta en su práctica tanto docente como educativa, sin embargo en los últimos años como ya lo mencionaba anteriormente se le ha querido adjudicar la responsabilidad del mal funcionamiento  social al gremio magisterial, deslindando a cualquier profesional de los problemas que acontecen día a día, pareciera que cualquier inexperto en el ramo educativo tiene la palabra para desacreditar el trabajo de los docentes.

En la actualidad se pretende subestimar la noble labor del profesorado, diseñando modelos utópicos de docentes, que asuman la responsabilidad de educadores, dispuestos a atender sociedades heterogéneas y mejorar las condiciones de vida en nuestro país.

Nosotros los profesores podemos influir significadamente en la vida de un ser humano, sin embrago es tiempo de que seamos responsables de nuestro país y nuestra propia vida, hagamos lo que nos corresponde sin necesidad que buscar presuntos culpables, tenemos la grandiosa posibilidad de ser párate de una sociedad donde cada uno de nosotros tiene una misión cada día, asumamos con alegría y responsabilidad la labor que se nos ha acomendado, y las pequeñas aportaciones se verán reflejadas en cada día de nuestra vida.

 

Biografía

SACRISTAN J. Gimeno “Profesionalización y cambio educativo” ponencia del autor presentada en el seminario “Formación Docente y Calidad de la educación” Universidad de Valencia, Abril 1988.

 

domingo, 24 de febrero de 2013

Nadie es profeta en su pueblo.

¿Soy un extraño sociológico en mi propia tierra?

Cursar el bachillerato fue un detonante en nuestro interés por estudiar medicina o alguna carrera que tuviera relación con este estudio, estuvimos tratando de investigar sobre como acceder a dichos estudios buscando algún tipo de beca que hiciera menos gravoso los gastos de éstos para la familia. Sin ninguna orientación en el bachillerato sobre escuelas que ofertaran algún tipo de becas y con el pleno conocimiento de que sería un sacrificio enorme para la familia el intentar siquiera ingresar a la universidad para estudiar medicina, nuestra mejor opción sería esperar un poco para luego seguir el rumbo de muchos jóvenes de entonces y de hoy, buscar mejores horizontes en la Unión Americana.

Decidir un cambio en el proyecto de vida respondió al improvisado trabajo como docente interino en una escuela de nuestro lugar de origen. Además de la invitación de dos amigos a la Escuela Normal Rural “Gral. Matías Ramos Santos” quienes me explicaron que los alumnos de dicha escuela contaban con una beca amplia para desarrollar los estudios. Intentamos y solo yo accedí a dicha institución de diez que hicimos el intento.

Para ese entonces todo mundo me conocía por mi nombre, una persona común y corriente entre la sociedad de mi pueblo. Una vez iniciados mis estudios en la escuela normal la mayor parte del tiempo estaba fuera y solo regresaba a casa en vacaciones o fechas especiales hasta antes de la partida de mi familia hacia los Estados Unidos. Una vez egresado, en nuestro primer trabajo profesional era agradable que la gente te llamara maestro, que te tomaran en cuenta en las decisiones comunitarias o simplemente te pidieran un punto de vista. Allá, en la comunidad donde laboraba era el profesor o maestro y, al mismo tiempo, en mi terruño, seguía siendo Macario o Maco; los familiares, los amigos de mis padres, los vecinos siempre me habían llamado por mi nombre, era muy diferente el rol social que jugaba en ambos lugares.

Después de varios años de trabajo en la educación, frente a grupo o al frente de programas como Escuelas de Calidad, Programas Compensatorios, etc., en la región educativa de Tlaltenango, Zacatecas, algunas personas de mi pueblo comenzaban a llamarme de manera distinta, ahora no era Macario, era el profesor o maestro Macario. Una vez que regreso a mi pueblo para integrarme a la administración municipal todo mundo me llamaba profesor o maestro Macario; algunas personas de las comunidades llegaron a pensar que no era originario de García de la Cadena, pensaban que había venido de Guadalajara para apoyar en el trabajo a esa administración. Me había convertido en el extraño sociológico del que habla Lerena.

Pertenecer a ese reducido grupo de personas que nos dedicamos a la docencia me ha dado satisfaciones profesionales pero también considero que me ha alejado de un grupo social. Cuando platico con personas que conozco de toda la vida y de pronto ellos me llaman profesor o maestro siento que instalan una enorme barrera entre ambos que impide desenvolverme con la confianza que antes lo hacia al hablar con ellos. Sin embargo, cuando hay la suficiente confianza me atrevo a decirles que soy el Macario de siempre, el mismo que iba a ordeñar vacas y a encerrar becerros con ellos, el que cortaba maíz y lo molía, igual que ellos; le digo que mi trabajo se desarrolla en el aula pero fuera soy igual que siempre.

No considero ser un representante de la cultura urbana ni mucho menos pertenecer a una microburguesía, sin embargo, tal vez nuestro mucho transitar por diferentes lugares, estar en contacto como estudiante con personas de diferentes lugares del estado, me hicieron modificar mi forma de vida, aprender nuevas costumbres, incluso vestir como ellos pero diferente que la gente de mi pueblo; tal vez es mi imaginación. Pero de una cosa estoy seguro, para muchos no soy el mismo de antes, ni lo seré, mi profesión me ha convertido en un extraño sociológico, incluso para muchos de mi misma familia.

sábado, 23 de febrero de 2013


NOBLE OFICIO EN LA TIERRA
“SER DOCENTE”
Para empezar menciono sobre la humilde y noble labor educativa, la cual necesita de profesores como lo menciona, Emilio Tenti Fanfani en su texto: El Oficio del Maestro, el como debía ser el maestro de vocación, no ocupaba tanto ser un sabio en el conocimiento, si no tener una serie de cualidades de carácter ético-moral; este   es el  maestro ideal: entusiasta, paciente, perseverante, dulce, tierno, honesto, humanitario además de tener buenos modales ser aseado de vestimenta seria y de buen porte; es decir una vida completamente limpia sin tacha.
Si en la actualidad existiera este tipo de docentes, creo yo la realidad del magisterio pudiera ser otra, en nuestro sistema educativo encontramos malos profesores originando con sus actos negativos en parte la falta de credibilidad en el maestro. Sabemos que si existen los buenos maestros que realizan su trabajo con amor y dedicación, tratando de ser el guía de los pueblos, que tanto lo necesitan.
 Se busca en los salones de clase brindarle al alumno conocimientos que posteriormente lleven a crear sociedades con prosperidad para todos, pero sabemos que este sueño no depende solo de los docentes, sino  de una serie de elementos que involucra el sistema educativo y que no esta en nuestras manos originar que también hagan su parte, buscando el bien de la comunidad en general.
Se menciona sobre la recompensa y el olvido e ingratitud a la labor educativa, no siempre pasa así ya que contamos algunas veces con alumnos buenos y agradecidos,  por los conocimientos y enseñanzas que sus maestros les brindaron y que nos recuerdan con cariño y gratitud. Recibimos de ellos al encontrarlos por casualidad un apretón de manos,  un abrazo, mostrando estimación y respeto por nuestro noble trabajo.
Esos buenos momentos y otros más son la energía para seguir adelante, trabajando con  entusiasmo, iniciativa, responsabilidad y actualización por nuestros alumnos, sobre todo por aquellos de situaciones desfavorables que tanto lo necesitan.
Como docentes tenemos un gran compromiso como es: dotar a nuestros alumnos de conocimientos, herramientas y las competencias mas necesarias que los lleven a un mejor desarrollo en su vida futura; ya sea laboral o intelectual.
En nuestra sociedad actual, ser nos culpa de muchos errores, pero no todo lo ocasionamos los maestros, son muchos los elementos involucrados en el sistema educativo, ojala algún día cada quien haga la parte que le corresponde, buscando lograr sociedades mas justas, con oportunidades para todos y desarrollo social.

LUCELIA MAGALLANES RIOS.      

PREPARACIÓM DOMINIO, HABILIDAD Y TALENTO SON CONDIMENTOS PARA FORMAR EL MAESTRO PERFECTO.
La docencia es una profesión que siempre ha estado marcada y formada de acuerdo a las exigencias y necesidades de la sociedad, cada una de ella ha puesto su granito  de arena para exigir y contribuir a que el desempeño  de los maestros se oriente a la formación de ciudadanos con determinadas características  orientadas, dirigidas e inculcadas por el docente; así la docencia tenía un carácter sagrado ( moral y afectivo), la escuela tiempo atrás estaba orientada a formar ciudadanos más que hombres sabios.
La instrucción se entendía como transmisión de conocimientos y desarrollo de habilidades, tenía un papel subordinado, por tal razón  el maestro era el estereotipo de hombre ideal que se pretendía formar en esa época (1875).
En el caso de  las mujeres; se les consideraba educadoras morales por naturales. Las cualidades de su carácter justificaban esta creencia ya que se calificaba como graciosas, dulces y puras; dotadas de una aptitud infinita de emoción y amor, además se le consideraba más penetrante que el hombre y por tal razón conocía mejor el corazón humano, particularmente el de los niños, pero en cuanto a carácter se consideraba que tenia menos condición del mismo, se consideraba que había que llenarla de conocimientos positivos para que pudiera educar y enseñar a la vez.
Para el docente las exigencias eran mayores pues la receta  que presento a continuación se debía seguir para cocinar un buen docente por aquella época de 1800, con una serie de cualidades de carácter ético y moral; la primera y más importante es la vocación,  una predisposición que se define innata, sin olvidar que se nace educador. Lo que se deseaba es que en las escuelas hubiera más vocación, más práctica y menos teoría.
Se exigían ciertas condiciones a los docentes, en primer lugar la fortaleza y energía para mantener el principio autoridad, debía tener buena vista para vigilar cada uno de los movimientos de sus pupilos. Se le exigían al docente cualidades de un buen combatiente, teniendo siempre presente que era un modelo a seguir teniendo más de lo que debía inculcar.
Junto con los avances científicos la sociedad  incluyó la necesidad de que el docente tuviera instrucción  y preparación pedagógica (conocimiento científico). A aquellos que estaban preparándose en dicho oficio se les recalcaba la puntualidad y la asistencia asidua a su práctica.
Ahora se agregaba el saber acerca del  método de enseñanza, amor a la ciencia, amor a la instrucción, cuanto más debían poseer la instrucción mínima  como para constituirse en “obreros  destinados a difundir y vulgarizar las conquistas de la ciencia entre las masas analfabetas”, debían desarrollar habilidades mínimas en el cálculo y la lecto -  escritura, debía tomar posesión de un modelo a seguir se le exigía el amor sin límite a la ciencia y una sabiduría mínima eso bastaba al educador.
La lucha por el reconocimiento social era ardua ya que el docente tenia la posición que la sociedad le asignaba “el maestro de escuela era regularmente un pobrecillo mestizo que había aprendido a leer en la ciudad y a quien la miseria obligaba a hacer la última trampa al diablo convirtiéndose en maestro de escuela”.
El bajo prestigio que la sociedad culta le dispensaba al oficio docente, se hablaba de cualidades genéricas y abstractas que históricamente se determinaron, así el docente debía poseer ”bella presencia personal, tacto exquisito en sus procederes, cultura social, modales finos y elegantes” .  Su prestigio era medido con el productor de la cultura literaria. El maestro moderno ya no es un engranaje mecánico de un ordenamiento como lo estuve describiendo, en la modernidad se exige un titulo y una preparación (profesionalización) abalada por una institución y por su desenvolvimiento laboral.
El oficio del maestro: Contradicciones iniciales.
Emilio Tenti Fanfani., Universidad de Buenos Aires
Facultad de Ciencias Sociales.
Margarita Magallanes R.

El oficio del maestro. Contradicciones iniciales. Emilio Tenti Fanfani.


El oficio del maestro.


Contradicciones iniciales del Estado en no proporcionar los recursos suficientes a las escuelas de educación básica.

Emilio Tenti Fanfani.

Durante el siglo diecinueve el Estado liberal mexicano, encabezado por Porfirio Díaz, estuvo impregnado de un ambiente modernizador, como parte de ese proceso de construcción nacional y progreso, la educación no fue la excepción, y fue parte fundamental del proyecto modernizador porfirista. Ello hizo necesario replantear la función del Estado en materia educativa; así, se buscó adecuar la educación a las nuevas necesidades y encaminarla hacia fines nacionalistas.

El país intentaba definirse como una nación moderna dentro del contexto mundial del capitalismo, para ello, se utilizó la educación como el factor central de unidad. La instrucción era el medio para combatir el analfabetismo y para formar hombres leales al Estado, por lo que se hizo necesario que el proyecto educativo nacional del porfiriato ordenara y unificara las distintas propuestas hechas por teóricos, pedagogos, hombres de estado, profesores y juristas.
Para lo cual, el Congreso Nacional de Instrucción Pública (CNIP) de 1889-1890, discutió  los aspectos educativos. Hizo un diagnóstico de la situación de la educación y se definieron los lineamientos y las políticas que tenían que seguirse en materia educativa.
Además, se calificó  la realidad educativa, cuyo rasgo educativo era la desorganización, pues no existía homogeneidad en leyes, reglamentos, sistemas escolarizados, métodos y progresos; en síntesis   no había acuerdos precisos en materia educativa. Para ello, se establecieron parámetros que se creían adecuados para la enseñanza.

El estado mexicano necesitaba organizar las actividades educativas en una sola dirección y trazar políticas que le permitieran consolidarse como una nación desarrollada y progresista en el marco que le imponía formar parte de los países capitalistas.


En el aspecto educativo no existían leyes homogéneas, ni un orden común para la instrucción, ya que en los Estados de la República las disposiciones  tomadas respecto a la instrucción dependían en la mayoría de los Ayuntamientos y sus consejeros, lo cual ocasionó  que cada vez se renovaba ésta institución y se modificará también los acuerdos para la instrucción, dificultando la continuidad y la organización de la educación.


Para terminar con esta anarquía se exhortó  a los Estados, al Gobierno del Distrito Federal y Territorios a uniformar su legislación y sus reglamentos escolares. Para lograr la uniformidad de la instrucción e inculcar los nuevos valores al ciudadano mexicano, no bastó con la organización y la reforma de planes y programas comunes; se hacía necesaria la formación de los maestros, ya que eran ellos los encargados de aplicar los nuevos conocimientos y de transmitir el ideal del Estado porfiriano con su enseñanza por todo el país. En el fondo, se trataba de igualar un discurso nacional que justificara al Estado liberal.


Sin embargo, conseguir la unidad nacional para el Estado tenía algunas limitaciones en el nivel educativo, debido a que los ingresos destinados para financiarla era difícil porque  existía una gran diversidad de clases que habitaban a lo largo de la República Mexicana. Pese a estos obstáculos, la enseñanza fue utilizada como elemento principal para que el Estado respaldará su postura liberal y consiguiera la formación de un nuevo ciudadano bajo un solo esquema nacionalista, todo a partir de dar mayor solidez al sistema educativo nacional.


El énfasis en la uniformidad, reflejaba la tendencia político-ideológica del régimen, pues se trataba de uniformar, no de centralizar la educación, ya que los estados seguían conservando su autoridad sobre las cuestiones educativas en sus respectivos territorios.


La idea de unidad nacional y el impulso de acciones educativas concretas trataban de formar una escuela nacional mexicana del porvenir, con una uniformidad en sus distintos ciclos, características  que acabarían con las dispersas rivalidades nacidas de la diversidad de métodos, de libros de texto y de las diferentes asignaturas.


Con ello, se pretendía a toda costa promover la educación de las masas, con un doble objetivo; prepararlos en el aspecto intelectual y formarlos en los principios de amor y respeto hacia las instituciones liberales.


La triste realidad, es que el Estado no proporciona a los maestros los medios para que estos ocupen en la sociedad el lugar que les corresponde, ya que con bajos sueldos la vida se hace pesada, porque el hombre no vive solamente de ideas y de satisfacciones morales, necesita también buenos alimentos y comodidades materiales, siendo útil mejor las remuneraciones del trabajo y de la carrera docente, estimulando par que se desempeñen bien sus  labores.


Por el contrario, el Estado se empeña de no proporcionar los recursos y materiales educativos a las escuelas, y de poner cualquier tipo de trabas para que los maestros no puedan ingresar o subir de nivel en barrera magisterial.



Profesor: Juan José Castañeda Curiel.







viernes, 22 de febrero de 2013

EL DERECHO A LA DESIGUALDAD.
¿Qué es la igualdad? ¿un derecho que nos  integra a la sociedad  o una estrategia que nos priva de ser individuos que practican su singularidad?
·         El punto de partida.
El origen de las cosas no están exentas de haber nacido de una idea que surgió por otra cosa que dotó de ideas para pensar, para actuar, para formar un criterio que nació a partir de un algo ya existente.
Es cierto, somos iguales porque compartimos una misma cultura, un mismo mundo y porque no somos un George de la Selva que al crecer aislados de una sociedad somos diferentes.
Sin embargo, paradójicamente, sí somos seres únicos y diferentes entre sí.

·         Los maestros somos emisores de la aculturación.
Carlos Lerena me hizo ruborizarme al ver a los profesores como aquellos que imponen o inculcan una cultura en el aula. De entrada me pareció un crimen ser portadora de la igualdad que el Estado proclama para estandarizar las mentes de un pueblo. Es un crimen porque las sociedades no se encuentran en blanco, ávidos de ser salvados por algo desconocido. Ya están organizadas con una forma de vida, lengua, y por lo tanto, cultura. ¿Por qué mi evangelización es mejor?

·         Derecho  a la desigualdad.
No quiero cometer un crimen, quisiera darle otro sentido a mi labor docente trascendiendo la ingenuidad de confiar en que lo que entrego en el aula será tomado como información que puede servir en caso de emergencia en un mundo competitivo.

Las personas tenemos derecho a la desigualdad, a descubrir que no todo nos identifica con el otro, sino que a la vez somos seres únicos e irrepetibles con el derecho de viajar al interior de nosotros mismos y encontrar que ahí es donde se transforma la realidad.
Todos hemos contribuido a convertirnos entre sí en seres estandarizados al convivir en sociedad, pero también podemos desarrollar y ejercer nuestro propio criterio como seres con capacidades diferentes que somos, capaces de transformar creativamente la resistencia de vernos manipulados por un círculo vicioso de aculturizar para ser aculturizados después por las mismas ideas. Esa resistencia creativa se podrá ver reflejada en una identidad propia, única, diferente al ver las caritas alegres; espíritus motivados; mentes pensantes.

Referencia
LERENA, Carlos. "El oficio de maestro", en Maestros. Formación, práctica y transformación escolar. Universidad de Buenos Aires
La receta para obtener un buen maestro…

 

El nacer con aptitudes, facilidades y algunos atributos no hace que seamos especiales o que vayamos a ser los mejores en cualquier actividad que realicemos, es cierto que muchos tienen habilidades para poder realizar algunas tareas que se dispongan a hacer, aun que a mi punto de vista solamente miramos y no observamos este tipo de situaciones, para poder descifrar cual es el común denominador en el triunfo de las personas… y no me refiero a “palancas o compadrazgos”.

Al momento de ir creciendo, se nos va aconsejando por muchas o casi todas las personas que conocemos, estudia, pórtate bien, has tu tarea, respeta a todos, para que seas alguien en la vida… pero ya somos alguien en la vida, simplemente tenemos que darle un rumbo, sea cual sea tenemos que enfocarnos en lo que nosotros queremos y no lo que nos digan que debemos de ser, que un solo error no etiquete lo que somos, tener actitud es de vital importancia para cualquier cosa que nosotros, esto lo digo por experiencia propia, al ser un alumno de preparatoria con antecedentes no muy recomendables, llegué a la normal para hacer mi examen de ingreso, el cual no sería nada sencillo pues había más de 200 aspirantes a donde yo quería entrar, entonces me di cuenta, de que tenía un gran problema y me dispuse a estudiar durante 1 mes día y noche.

Llego el día que estaba esperando, y cual va siendo mi sorpresa que logre ingresar pese a todo lo que contradecía que yo mínimo iniciaría como docente un estudio, pues no cumplía con el requerimiento para ser un normalista, primero la conducta y ya estando dentro una disciplina en vestimenta y actividades académicas, aun que al decir verdad me parece que en gran parte la formación que tuve fue moral ya que “es sintomático que cuando se enumeran las cualidades morales deseables en el maestro ideal, a menudo se indique la necesidad de aparecer como dechados de ellas en tanto y en cuanto se trata de cualidades que solo son eficaces si son reconocidas socialmente como tales”[1] ,lo cual según las políticas escolares tenía que adaptarme al contexto.

De cierta forma era necesario que me formara valores que había perdido en el trascurso de mi educación básica y, fue cuando tomo una  cientifización mi preparación como docente.

De tal manera que se rompieron esquemas ideológicos sobre el oficio del maestro, pues haciendo una remembranza de la lectura de Emilio Tenti Fanfani “el oficio del maestro” hay un apartado con el nombre de: “cualidades clásicas: vocación y moral”, en la que se hace un recuento sobre la genealogía vocacional y moral del docente, haciendo de estos un paradigma, que en antaño a de haber causado revuelo, pero estos tiempos ya sabemos que la vocación y moral solamente existe en el diccionario y nosotros podemos aprender para mejorar.

Eso lo aprendí a duras penas, por lo tanto soy un docente “…artificial…”[2] mas no vacío, se hablan de modales, comportamientos, porte, forma de vestir, ser un modelo, manejable y sumiso, características que hoy en día deberían de ser ¡piensan los mandatarios!, pero nuestra formación a formado, a docentes que piensan por sí mismos, tenemos un conocimiento científico, moral y voluntad de acero para que los profesores ya no usurpemos con un sacerdocio, que fue lo que sucedió al formalizar nuestra formación con la creación de las escuelas normales escolarizándonos.

Como docente estoy en un término medio de cocción, ya que falta madurar intelectualmente, lo cual se va a lograr mediante mi vocación  artificial, la conciencia que tengo de hacer lo que está bien y mientras estemos en el monopolio educativo, que cada sexenio cambia la receta del platillo principal.

Una receta correcta según mi punto de vista es la que se forma con el paso del tiempo y en constante cambio, quitando y poniendo ingredientes para dejar un platillo al gusto de los comensales (alumnos y SEP)… otra cosa verídica, no ayudan pero si quieren meter su "cuchara"



[1] TENTI, Fanfani Emilio, el oficio del maestro: contradicciones iníciales, universidad de buenos aires, facultad de ciencias sociales. P.68
[2] Idem.p.65